Mientras trabajábamos en levantar nuestro primer fondo, mi socio Erik Stettler apuntó que la tesis de inversión ‘Mercados de Estados Unidos, talento de América Latina’ aprovechaba el hecho de que el talento está en todos lados y las oportunidades no. Reflexioné sobre eso y me di cuenta de lo afortunado que era porque mis padres me trasladaron a Estados Unidos cuando era adolescente y viví el «sueño americano».
Trabajando en la industria de tecnología como emprendedor en EE. UU. nadie me preguntó de dónde era yo (Colombia), a qué escuela fui, dónde viví o cuántos años tenía. Pude recaudar fondos de venture capital para tres startups -una de ellas fue adquirida- por aproximadamente US$20 millones cuando rondaba los 27 años de edad.
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En la «lotería del nacimiento», tuve la fortuna de nacer de padres que tenían estudios avanzados y que apoyaron mucho mis esfuerzos. Sin embargo, como un latinoamericano en los EE. UU., estoy poco representado en la industria de la tecnología en general. Ahora más aún como venture capitalist. Aún así, tenía la sensación de que si me hubiera quedado en Colombia, no habría tenido la oportunidad de crear empresas como Onswipe o Grooveshark.
Mi intuición era correcta. Al vivir y hacer negocios en América Latina, la historia fue completamente diferente, y no para algo mejor. Mi país de origen, mi edad y mi educación fueron protagonistas en casi todas mis conversaciones de negocios.
En América Latina, esa «lotería de nacimiento» vale más. Tu apellido, color de piel, escuelas a las que asististe, lugares donde vives o la membresía de tu club pesan más que tu habilidad o experiencia. Incluso para emprendedores tecnológicos. Aquí es donde vi la oportunidad.
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En 2012, junto con un grupo de amigos en los EE. UU. y el apoyo de una campaña de crowdfunding, creamos Coderise.org, una organización sin fines de lucro que enseña a los niños desfavorecidos cómo desarrollar código en ocho semanas. Además, los conecta con mentores y el ecosistema de desarrolladores locales para ayudarlos a medida que pasan de adolescentes a adultos. Los estudiantes de Coderise se han unido o han creado startups globales que recaudaron fondos y nuestros instructores (ingenieros senior de software) se han unido a compañías de nuestro portafolio como ejecutivos.
«Lo que América Latina necesita no es justamente más fondos, aceleradoras o capital. Necesita duplicar el talento».
Un año después, comencé a invertir en emprendedores que estaban desarrollando desde la región y vendiendo en EE. UU.; hoy han levantado más de US$100 millones en fondos. Incluido, un exit a una compañía que pronto hizo un IPO (Oferta Pública Inicial, por sus siglas en inglés). De esos US$100 millones, menos de US$1 millón vino de fondos latinoamericanos. Esto hizo darme cuenta que lo que América Latina necesita no es justamente más fondos, aceleradoras o capital. Necesita duplicar el talento.
Cerrando la brecha entre el talento y la oportunidad
En Silicon Valley, el número de startups, fondos y aceleradoras crece casi exponencialmente. Pero el talento en ingeniería no. Esta brecha genera dos problemas: una alta rotación de talento y salarios muy costosos, los cuales muchas veces no son suficientes para vivir en lugares como el Área de la Bahía de San Francisco o New York, debido a la escasez de vivienda.
La startups se ven obligadas entonces a conformarse con ingenieros junior que se van en 18 meses o menos. Importar el mejor talento del extranjero es muy difícil debido a las estrictas políticas de inmigración de los EE. UU. que cada vez serán más estrictas. Me tomó seis meses contratar a un vicepresidente de ingeniería para Onswipe en Nueva York y más de 12 meses para nuestro segundo CTO. Cada vez más y más startups están abiertas a tener su equipo de ingeniería en otro lado.
En América Latina, he colocado en nuestro portafolio a docenas de ingenieros que tienen más de 10 años de experiencia full-stack, móvil y DevOps. Podemos pagar múltiplos más altos que la tasa del mercado local, y proporcionamos capital a todos los empleados; algo que las empresas locales no hacen. Solo toma un par de semanas, a veces un par de días para reclutar a la persona adecuada.
El recurso más valioso que tiene América Latina no son sus mercados, es su capital humano. Internet nos permite conectar ese talento con oportunidades.
«Lanzar un negocio en EE. UU. desde América Latina les da a los emprendedores acceso a lo mejor de los dos mundos».
Lanzar un negocio en EE. UU. desde América Latina les da a los emprendedores acceso a lo mejor de los dos mundos: Capital y mercado allá con talento de aquí. La región ha estado haciendo esto con materias primas durante siglos, ¿por qué no con productos de software?
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Cuando esta conexión se de, la «lotería del nacimiento» importará menos. Lo que puedas construir y conseguir con tu producto de software importará más.
Lo que aprendimos con Coderise es que un adolescente que quizás no tiene las credenciales «correctas», puede aprender a codificar y luego unirse a una empresa global y, a veces, incluso crear su propia startup. La movilidad social ascendente ahora es posible debido a las habilidades en software. Una oportunidad que de otro modo no hubieran tenido.
La oportunidad que se cerró antes a unos pocos, en los lugares correctos, ahora está disponible donde está el talento: en todas partes.
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