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Cabify en Colombia: «Los taxis de lujo no son la solución»

Camilo Sarasti, director general de Cabify Colombia, comparte su postura acerca de la posibilidad de que al finalizar el año empiecen a rodar los “taxis de lujo”.

Pronunciamiento de Cabify – Camilo Sarasti, director general.

Durante el día de ayer 7 de junio, Juan Pablo Bocarejo, secretario de movilidad, anunció que gracias a un trabajo que vienen adelantando las empresas de taxi, propietarios y conductores en conjunto con el Ministerio de Transporte y la Secretaría de Movilidad, es probable que al finalizar este año empiecen a rodar los tan esperados “taxis de lujo” con el fin de recuperar un mercado que los taxis amarillos han perdido, supuestamente, por la llegada de apps como Cabify. Entre otras cosas, afirmó que solo hace falta definir temas como las tarifas y si le concederán a los taxistas el deseo de aceptar el pago en efectivo y que el taxi pueda ser parado en la calle.

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Desde 2001, la cifra de cupos en Colombia no ha aumentado y ahora, para que funcionen los taxis de lujo, por cada nuevo carro habilitado se deberá chatarrizar un taxi amarillo. Es decir, el monopolio seguirá creciendo y los taxistas -que no son propietarios- seguirán siendo esclavos del sistema de cupos.

Ahora, solo en Bogotá la cifra aproximada de taxis amarillos rodando es de 52.000, entonces, para que el servicio de taxis de lujo sea atractivo y eficiente, se tendrían que chatarrizar en la ciudad por lo menos la mitad de los taxis amarillos que hay hoy y unos 200.000 vehículos a nivel nacional.

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Analizando este anuncio y la situación en general, nos surgen varios interrogantes: ¿están los propietarios de taxis dispuestos a chatarrizar un vehículo de 25 millones de pesos para comprar uno que cueste el doble?, ¿son realmente las apps las que han hecho que las personas las prefieran por encima del taxi?, ¿es el modelo o el color del carro lo que va a hacer que una persona prefiera subirse a un taxi de lujo antes que a un Cabify?, ¿es objetivo que este proyecto lo esté liderando el Gobierno de la mano de las dos empresas de taxi más grandes del país y que además son dirigidas por los principales opositores de las plataformas tecnológicas?, ¿tiene sentido siquiera evaluar la posibilidad de pagar en efectivo cuando este ha sido la principal causa del bajón de calidad para otras apps?, ¿aceptará el usuario una categoría más costosa, pero que en la práctica es muy parecida a un taxi?

Seguimos teniendo abiertas nuestras puertas al diálogo y al trabajo en equipo por una regulación que contemple al usuario como prioridad. Es por eso que apoyamos abiertamente al actual viceministro TICs, Daniel Quintero, en su proyecto de transformación digital, pero quisiéramos que no fuera tema de un solo ministerio, queremos que sea un tema de todos los implicados porque solo así tendremos la solución ideal de cara al usuario, no a los gremios.

«Estos taxis de lujo parecen pañitos de agua tibia para engañar al usuario y un dulce para contentar a un monopolio anticuado».

En repetidas ocasiones hemos planteado, por ejemplo, la posibilidad de acabar con el concepto de “cupo” y crear más bien un impuesto de rodamiento que paguemos tanto apps como taxis. Entendemos que los propietarios de taxi han pagado una alta suma por un cupo de taxi, pero lo que les ha costado el cupo podría convertirse en un crédito que los eximirá del pago de este impuesto hasta que complete el valor del mismo. Sería un impuesto nuevo cobrado por kilómetros recorridos y estableciendo tarifas competitivas acordes a la ciudad o región en la que se esté operando. Aún no generaría pérdidas por estos cobros faltantes e incluiría a todos los actores de esta discusión.

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Como lo vemos hoy, estos taxis de lujo parecen pañitos de agua tibia para engañar al usuario y un dulce para contentar a un monopolio anticuado que está acostumbrado a mandar la parada en el sector transporte y que ha hecho con el Ministerio de Transporte lo que ha querido.

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