Texto en primera persona de Andrés Treviño y Vicente Balderas, fundadores de Disblu, compañía mexicana enfocada en desarrollo web y aplicaciones móviles.
«Después de graduarme, tenía que tomar una difícil decisión:
» Tomar un empleo en una buena compañía y ser una pequeña pieza de una maquina bien estructurada
» Tomar el riesgo de iniciar mi compañía
Cuando me gradué ya tenía una oferta de trabajo de una buena empresa de software, un buen sueldo, pagos por reubicación y un bono solo por firmar el contrato.
A pesar de la seguridad económica que podía darme ese empleo, sabía que podía crear tecnología por mi cuenta sin tener que comprometerme a trabajar en un corporativo. Quería crear software que tuviera un impacto en mi comunidad, no quería ser una pieza más de algo que ya existía.
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Tomé el riesgo y opté por la opción de fundar mi propia compañía.
Ya tomé la decisión, ¿qué sigue?
Sabía que si no tenía un socio, iba a ser mucho más difícil. Necesitaba a alguien con la mismo hambre de crear una empresa y por fortuna, cuento con un amigo que tenía las mismas metas que yo y entre los dos nos constituimos como empresa.
Después de tocar muchas puertas y ser rechazados muchas veces, salieron algunos interesados y llegó el momento de cotizar. ¿Cuánto vamos a cobrar? Si cobramos menos que la competencia, pensarían que nuestro trabajo era malo. Si cobramos lo mismo, nos dirían que no teníamos tanta experiencia. Decidimos mantenernos en un equilibrio y nos volvimos transparentes con nuestros clientes mostrándoles todo el trabajo que hay detrás, la planeación del proyecto, análisis, diseño, desarrollo y pruebas.
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Tomó tiempo para que nos dieran el primer ‘sí’. Pensamos que después hacer la cotización, tomaría una semana a lo mucho en obtener una respuesta. Estábamos totalmente equivocados. Nos dimos cuenta de que el tiempo podría ser entre dos semanas y hasta un año. Hay muchos factores que pueden retrasar una decisión; si era una empresa muy grande, si era una pequeña empresa pero con muchos socios, si aún no disponían del presupuesto pero lo tendrían más adelante, entre otras razones.
La clave es tratar a los prospectos no como clientes, si no como colaboradores para trabajar en conjunto y lograr el objetivo en común.
Entramos al tema legal y los contratos, conocíamos muy poco del tema, pero sabíamos que era importante. ¿Qué pasa si no nos quieren pagar por nuestros servicios? Uno de los primeros trabajos que hicimos, terminaron sin pagarnos lo pactado. Después de tener pláticas con la empresa y darnos cuenta de que no los íbamos a lograr cambiar de opinión, decidimos no desgastarnos más y tomarlo como aprendizaje. Desde ese momento, conseguimos un abogado y todos los proyectos se realizan solo habiendo firmado un contrato.
Pasaron unos meses y ya estábamos desarrollando para tres clientes. Empezamos a probar con diferentes metodologías de trabajo como Scrum, Agile y Lean. Nos quedamos con un híbrido y utilizamos lo mejor de las tres.
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Tenemos la suerte de vivir en una ciudad llena de empresarios. Tienen los mismos problemas que nosotros, y tal vez incluso han encontrado las soluciones para muchos. Es realmente satisfactorio compartir experiencias con otras startups, así todos podemos aprender unos de otros y convertirnos en mejores profesionales juntos. Confiamos en que seguiremos cometiendo errores, mientras intentamos cosas nuevas y aceptamos el riesgo. Así aprenderemos y maduraremos como empresa.
Al día de hoy, Disblu lleva más de dos años operando y poniendo el nombre de México con proyectos fuera del país.
Emprender es una experiencia única, siempre habrá errores y mucho aprendizaje, la clave del éxito es la perseverancia».
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