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La globalización tardía de América Latina

Una de las falencias más grandes de muchos jóvenes (y no tan jóvenes) profesionales de América Latina es la falta de diversidad cultural en sus redes.

La mejor movida profesional de mi vida fue comenzar un blog en inglés. Lo que surgió como un hogar para mis ideas, se volvió mi manera de conectar con personas de todo el mundo. Entre largos debates por e-mail, llamadas en Skype, y chit-chat casual en Twitter, pude conocer cientos de personas de todo tipo de culturas, con distintas habilidades, intereses y opiniones. Hoy en día, esta red internacional es una de mis mayores ventajas competitivas en América Latina, y una fuente constante de socios, mentores, alianzas, clientes, y fuertes amistades.

Para ilustrar a qué me refiero: mis socios actuales son estadounidenses, italianos, argentinos y brasileros. Mis mentores y confidentes personales son una combinación de chilenos, estadounidenses, georgianos, canadienses y sudafricanos. A través de Exosphere (ubicado en Chile), hemos recibido a personas de Australia, Vietnam, Filipinas, Ghana, Alemania, Bulgaria, Holanda, Hungría, Suiza, Italia, España, Estados Unidos Canada, México, Brasil, Uruguay, Perú, Venezuela, Colombia, Bolivia, Guatemala y Argentina.

Esta diversidad en mi red profesional me provee opciones. Cada vez que evalúo mis próximos pasos, analizo si debería apalancar mis contactos locales o internacionales, si debería enfocarme en el mercado de habla hispana o internacional, si debería reubicarme en algún país en los que tengo conexiones y sería más apropiado para mis planes, etc.

La particularidad de mi situación me hizo ver que una de las falencias más grandes de muchos jóvenes (y no tan jóvenes) profesionales de América Latina es la falta de diversidad cultural en sus redes. Sus vidas sociales han sido definidas principalmente por la ciudad en la que viven y las instituciones que frecuentan.

En un mundo con Internet, esta es una oportunidad desperdiciada.

No es secreto que una de las razones detrás del éxito de Estados Unidos en el siglo XX fue la mezcla de nacionalidades que se instalaron en el país. Sólo hace falta caminar por San Francisco o New York un par de horas para ver gente de todo tipo aportando su grano de arena al ecosistema. Con la diversidad vienen nuevas ideas, nuevas perspectivas, mejores prácticas, más talento, mejor competencia.

No tengo duda alguna que América Latina tiene el potencial para ser una región líder en el siglo XXI, pero esto no va a ocurrir sin volvernos fuertes conectores y receptores de diversidad.

Hay dos maneras en las que sufrimos de falta de diversidad:

1. Latinos desconectados del resto del mundo

A excepción de las clásicas industrias de turismo, gastronomía y la enseñanza de idiomas, nuestra región no ha logrado todavía generar ecosistemas y micro-comunidades internacionales. Hay mucho que aprender de nuestros hermanos europeos, africanos, asiáticos y norteamericanos. Es importante que dejemos de pensar en otros países simplemente como lugares para visitar durante las vacaciones, y los aprovechemos como fuentes de relaciones y aprendizaje que podemos transferir a nuestra parte del mundo.

2. Latinos desconectados entre sí

Un ejemplo de nuestra visión nacionalista son los eventos TEDx (famosos por ser organizados independientemente), que se destacan en Latinoamérica por su falta de visión regional. En lugar de aprovechar estas plataformas para crear un flujo de oradores de habla hispana a lo largo de todo el continente, cada evento suele buscar oradores solamente adentro de su país.

Considerando que el idioma oficial desde México hasta Argentina es el español (con la excepción de Brasil, que podría ser un continente por sí solo), es una lástima lo nacionalistas que son los círculos sociales y profesionales de los latinos. Si tenemos en cuenta que somos culturas alegres, y sin fuertes animosidades entre nuestros países, ¿por qué no generar más puentes y colaboración entre nosotros? Con más de 400 millones de hispanohablantes, estamos frente a una oportunidad única.

Un llamado de acción a los latinos ambiciosos

A pesar de los bien intencionados esfuerzos de nuestros gobiernos, empresas, universidades y aceleradoras por «traer» innovación a los ecosistemas locales a través de eventos, programas, oradores, etc., estas medidas son rígidaz e ineficientes. Sus planes fallan por estar incentivados a demostrar «resultados» rápidamente para justificar las inversiones. Es por esto que se ven obligados a comunicar sus logros a través de «proxies»: indicadores que parecen innovación, pero que no lo son.

Como dice Joi Ito, director del MIT Media Lab: en el mundo «después de Internet» la nueva información surge «de abajo», desde la acción y la experimentación con la realidad, y no desde la planificación.

No quiero que nuestras instituciones intenten hacer el trabajo por nosotros, porque dudo de su efectividad. Este es un llamado a todos los individuos ambiciosos que quieren que América Latina se vuelva una región diversa, abierta de mente, vibrante, y lider en innovación y emprendedurismo. La manera de transformar nuestra tierra es que cada persona haga el trabajo de construir puentes de ideas y oportunidades con otras personas del mundo. Necesitamos individuos motivados a crecer profesionalmente y al mismo tiempo conectados con los paradigmas de innovación profesional del mundo actual, para que a lo largo de su crecimiento, se vuelvan nodos de diversidad y novedad para la región.

Mi situación no debería ser una rareza. Con las tecnologías de hoy, cualquiera puede desarrollar una red de contactos y aliados internacionales con el doble beneficio de potenciar su camino profesional y/o emprendedor, y a la vez incrementar la diversidad de ideas y personas de todo el mundo que potencien a América Latina.