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«Las ideas nacen del dolor», lecciones de emprendimiento de un ex cofundador de Netflix

Marc Randolph, cofundador olvidado de Netflix, cuenta el backstage de la gestación de Netflix y las claves para buscar las mejores ideas.

Uno de los invitados a la Digital Marketing Conference celebrada en Buenos Aires fue Marc Randolph, un emprendedor de trayectoria en Silicon Valley, que se ha desempeñado desde ejecutivo de empresas de tecnología hasta consultor de startups.

Randolph es mayormente conocido como el cofundador olvidado de Netflix, un vínculo que lo ha llevado a polemizar con su actual CEO Reed Hasting por la propiedad de la idea original pero que el propio Randolph lo ve sólo como un punto en su carrera.

Lo cierto es que una las tantas compañías que co fundó es Netflix en 1997, donde ejerció como CEO y colaboró en la consolidación de la revolución del on demand. Para 2004 se alejó de la empresa y puso foco en la actividad inversora y en el rol de mentor de otras compañías de tecnología emergente. Hoy es board member y mentor de compañías como Opened.io, MiddCORE, Readyforce, Getable, Rafter y Looker.

“Me pasó algo hace 35 años que me cambió la vida. Estaba en la universidad y no sabía qué rumbo tomar. Me tocó la oportunidad de escuchar un emprendedor contar cómo había hecho  su empresa y me dejó con la boca abierta. Mi padre trabajaba en un banco y tenía un estilo de vida si se quiere, formal. Pero yo quería ser como éste emprendedor, vivir su vida. Quería que me pagaran para llevar ideas a la realidad. Decidí que eso era lo que iba a ser el resto de mi vida” comienza contando Randolph con un carisma indiscutible.

Marc Randolph
Marc Randolph

El emprendedor e inversor cuenta que muchas personas, cuando piensan en él, lo emparentan directamente con Netflix, sin embargo ya ha dejado la compañía hace diez años y cuando llegó a ella, ya tenía en su haber seis startups más y lleva muchas luego de su paso por ella. Randolph se enfoca entonces en el perfil de un buen emprendedor.

“No necesitas tener un MBA ni haber pasado por una incubadora, tampoco haber asistido al top school. Por experiencia propia digo y afirmo que muchos de los emprendedores con los que trabajo no son ni siquiera los mejores de la clase, los “A”, esos, los top, son los que no están listos para probar y tomar riesgos, sin embargo, los B y los C puede que no sean tan buenos, pero de seguro están preparados para arriesgarse, quizás porque no tiene ese mote de ser los mejores” enfatiza.

Entrando al terreno de las ideas, Randolph sostiene que juzgar una idea es una tarea realmente compleja:

“Creo que la clave está en lo que dice el escritor William Goldman, “nadie sabe lo que es bueno y lo que es malo”. No sé decirles cuáles de las ideas con las que estoy trabajando ahora es buena o cual no y trabajo con miles de startups, porque nadie saber que es bueno o que es malo a priori. Supongamos las que estoy trabajando ahora, 7 fallaron, 2 no estoy seguro que funcionen, una con suerte puede llegar a funcionar” señala.

La idea, para Randolph, no tiene siquiera que ser grande o innovadora, muchos menos compleja. ¿Pero de dónde vienen entonces? De lo que duele:

“Para generar ideas podemos poner foco en nuevas tecnologías, tendencias, modelos de negocios emergentes, pero el mejor lugar para buscar ideas es el dolor, el sufrimiento. Sí, aunque suene un poco raro hay que ponerse a ver ¿qué cuestiones apestan realmente, dan asco, son complicadas, equivocadas, con obstáculos? Qué podemos hacer mejor? Mi mejor consejo es buscar ideas relacionadas con el propio dolor, con cuestiones que te pesan en tu vida cotidiana” reflexiona.

El emprendedor e inversor cuenta en lo personal, la idea de Netflix no vino de un “eureka”, sino de un montón de ideas malas que salían de un brainstorming informal que realizaba con un compañero de trabajo en camino a la compañía donde trabajaba entonces:

“De ida discutíamos las ideas, cuando llegaba al trabajo hacía un rato de research y al regreso, ya con más información, la cantidad original de ideas viables se iba reduciendo. La cuestión de  alquilar películas desde la casa, mucho más fácil, era una idea que me daba vuelta en la cabeza porque la forma en que se hacía hasta entonces me molestaba, no me cerraba. Me hice todas las preguntas que me podía hacer al respecto y luego ya no había más que investigar, tenía que hacer” explica.

Randolph cuenta que al principio vendían los videos y los mandaban por mail a los domicilios y contaban con dos divisiones de negocios, venta y renta. En cuanto a la venta, sabían que en breve iba a tener competencia de Amazon en principio y luego de muchos otros jugadores. En cuanto a la renta, el escenario era menos competitivo, pero era justamente el negocio que no funcionaba, la gente compraba y no se mostraba interesada en rentar.

“Teníamos que tener un foco, ¿ventas o renta? Las ventas se iban a frenar en algún momento, el negocio se iba a poner mucho más agresivo. El negocio de renta era la solución pero no funcionaba como queríamos. Sabíamos sin embargo que si lo hacía, tendríamos éxito, pero lo teníamos que hacer bien. En ese momento acudí a mi advisor, su consejo fue que apostara todo al negocio de renta, teníamos que hacer que el negocio funcionara. Tratamos de todo, mejorar el diseño, modificar el esquema precios, todo lo que pudimos para que fuera perfecto realmente perfecto” recuerda.

Randolph afirma que lo que se dio cuenta en ese momento y que le sirvió para el resto de su carrera es que no importa realmente cómo la maquilles, “si una era una mala idea no habría maquillase que baste, simplemente no funcionaría” indica.

El otro aspecto que el co fundador de Netflix señala como crítico es el hecho que el tránsito de legitimar el funcionamiento de una idea no es ni tan complejo ni tan trabajoso como se suele pensar.

“Los emprendedores piensan que para validar su idea de negocio tienen que contratar ingenieros, desarrolladores, marketing, pr, etc. invertir tiempo en el desarrollo, ver la respuesta del mercado, etc. Eso no es así para nada, lo único que necesitas es ser listo, con buen ingenio puedes saber si la idea funciona o no sin embarcarte en nada aún” advierte.

Es en ese momento, según, Randolph que se hace necesario e validation hacking:

“Me toca ver este tipo de validaciones a diario, y los emprendedores más listos son los que mejor lo pueden llevar a cabo. Un ejemplo es el de unos emprendedores que quería lanzar una revista –sí, por loco que pareciera en estos tiempos- dedicada a users de Mac. Para validar la idea inventaron una revista que no existía y mandaron invitaciones ficticias a suscribirse a una revista como la que querían hacer, de esa manera tuvieron un escenario preliminar de qué respuesta tenían de los compradores, todo sin invertir un centavo. Lo mismo en el caso de otra compañía que quería hacer un app para que la gente en las fiestas la utilizara cuando se quedaba sin bebida. Ellos sabían que podían hacer la aplicación, el delivery tampoco era un problema, el issue era saber si tendría respuesta de la gente. Sus fundadores lo testearon en la trinchera, iba a fiestas y les pedían a la gente que si se quedaban sin bebida los llamaran. Se dieron cuenta que la gente no la usaría de esa manera pero sí los mismos usuarios les dieron la pauta que un modelo similar aplicado a las necesidades de llenar la heladera de personas ocupadas, entonces dieron vuelta el modelo de negocios de EasyFridge sin poner ni dinero ni desarrollo en juego”  relata.

Volviendo a Netflix, Randolph  indica que una vez que decidieron apostar todo al modelo de rentas, aún faltaba decidir qué esquema de pricing aplicar. Había que apostar.

“Teníamos varias opciones, que se quedaron con el DVD, “build a queue” y que para llevarse una nueva tanda tuvieran que devolver la anterior o bien un monto fijo mensual. Optamos por la última y funcionó. Tuvimos 100 usuarios el primer día,  hoy tenemos 50 millones en el mundo” cuenta Randolph que para concluir se define a sí mismo como un pésimo inversor: “Me gustan todas las ideas, eso es lo que me hace tan malo, pienso que todas pueden funcionar” concluye.