La idea de los jóvenes emprendedores oriundos de Brasil Anderson Ferminiano, de 20 años, y João Pedro C. Motta, de 18 años fue apostar por un servicio de streaming de música gratuito 100% brasilero que saliera a disputar un mercado prácticamente virgen en ese país pero que viene sumando players internacionales. De esa idea nació Plaay, que ya tiene versiones para Android y desktop Mac, Windows y Linux, además de actualizaciones para iPhone e iTouch, que originalmente fueron lanzadas el año pasado.

“La idea de Plaay surgio en una de las veces que volví de EEUU a Brasil, en 2013 –cuenta Anderson, quien estudia la carrera de Negocios en la Facultad Babson College,en Massachusetts, Estados Unidos- Allá usaba bastante otro streaming de música, que aún no estaba disponible aquí. No encontré ningún player que me guste y que estuviera disponible en Brasil, ahí di con la idea de hacer un servicio 100% hecho en Brasil” destaca Ferminiano. Para Ferminiano, el mercado de streaming de música aún está en los primeros estadios en Brasil, lo que da una amplia posibilidad para crecer.
“La gente aún se está acostumbrando a los servicios de streaming, un mes atrás se dio a conocer un estudio que indicó que la mita de la población ni siquiera tiene idea de qué se tratan estos servicios. Es entonces enorme el volumen de personas en Brasil que no sólo no saben lo que son si no que tampoco sospechan que alguien pague por ello, por eso estimamos que hay mucha oportunidad de crecimiento” señala.
Plaay, ya sobre pasó los 800 mil usuarios mensuales ya contabiliza más de 4 millones de page views por mes, con un total de 20 millones de canciones reproducidas y un crecimiento medio mensual del 13%. Vale aclarar que la empresa recibió un aporte del grupo Grid Investments el año pasado para impulsar la consolidación del modelo.
El mercado de streaming de música en Brasil
Oportunamente antes que arrancase la Copa Mundial, Spotify desembarcó en Brasil con su servicio de streaming de musica on demand, un lanzamiento un tanto demorado teniendo en cuenta que el lanzamiento original estaba pensando para Septiembre de 2013. ¿Las razones? Los rumores indicaban que tenían que ver con negociaciones con compañías discográficas locales así como también obstáculos vinculados con los medios de pagos, cuestiones legales y fiscales. La llegada de Spotify no hizo sino agitar un poco más el mercado de la música digital en Brasil que viene en plena ebullición en el último tiempo y que se completa con competencia internacional como Rdio, Deezer o Pandora, próximo a desembarcar. Particularmente, Rdio el servicio de suscripción a streaming de música creado por el co fundador de Skype Janus Friis se asoció con Grupo Bandeirantes, entre los grupos de medios más grandes de Brasil para fortalecer la presencia de Rdio en términos de marketing, distribución, contenido y promoción que apuntan a expandir la presencia de éste último en Brasil, el tercer mercado de más rápido crecimiento para Rdio, por lo que la batalla por el streaming en ese país está en alza.
Un target no convencional
Los fundadores de Plaay tienen claro a qué target apuntan para disputar un mercado que cada vez contabiliza más players.
“Estamos específicamente abocados en ganar usuarios al norte y noreste del país, regiones que en nada se parecen a urbes como SanPablo y económicamente y culturalmente son un país casi diferente. Los streaming players que hoy hay en Brasil no están llegando a ellos” destaca Ferminiano.
En esencia, los usuarios a los que apunta Plaay se encuentran en la franja de 12 a los 24 años con un claro mensaje: gustan de compartir opiniones e informaciones sobre música con sus amigos pero no pagarían por ese servicio.
“La estrategia de crecimiento de Plaay es alcanzar a los jovenes y adolescentes de las clases B y C ofreciendo el servicio gratuito, además de generar interacción entre usuarios, marcas y personalidades. Claramente es un target que escucha mucha radio o bien descarga la música vía Internet. No quieren pagar por eso nosotros no cobramos, pero sí quieren escuchar su música de una manera más práctica” resalta.
Dada las características de los usuarios que busca Plaay, el modelo se aleja rápidamente de lo que puede propone Spotify.
“Apuntamos a la gente que nunca uso o bien no sabe lo que es un servicio de streaming o quieren algo gratis. Creo que Spotify y otros jugadores se enfocan en personas que quieren escuchar música de mejor calidad quizás que la nuestra y que sobre todas las cosas, están dispuestas a pagar por ello. Es importante destacar que menos del uno por ciento de la población de Brasil hace algún tipo de suscripción a un servicio de streaming de música» enfatiza.
Monetización, la incansable búsqueda
Quizás la monetización en este tipo de plataformas sea uno los aspectos más complejos teniendo en cuenta la suposición que los usuarios “no pagarían por por algo que tienen gratis”. En ese sentido, Plaay opta por la publicidad. La popularidad creciente del servicio ya llamó la atención de las marcas, Pepsi fue la primera marca que pautó en la plataforma. “Como no cobramos por el servicio el modelo está sustentado en publicidad difiere de Spotify. Muchos de nuestros usuarios tienen entre 12-24 años de edad porque lo que hay muchas marcas interesadas en conectar con esta franja etaria. En el caso de Pepsi auspicia un playlist que muestra los artistas a los que dan soporte, es una de las maneras en las que nos aceramos a las marcas, con la posibilidad de crear y auspiciar playlist” explica.
La plataforma utiliza la API de Youtube para realizar el streaming de música. “En vez de pagar las licencias directamente a los artistas o los sellos, YouTube les paga en base a la cantidad de videos o canciones que reproducimos por mes. En contrapisicón, YouTube despliega ads a nuestros usuarios también” explica.
La idea, según Anderson, es asociarse con los operadores móviles con el fin de mejorar la calidad de conexión de usuario. “Es un círculo, al sumar más usuarios tendremos la posibilidad de negociar mejor con proveedores de telefonía en Brasil para mejor calidad de streaming, un problema muy presente en Brasil sobre todo en mobile” relata.
No todo lo que brilla es oro
Aunque la idea de pagar por servicios de música sea cuestionada, casos como el Spotify muestran que es posible lograr que los usuarios paguen, sin embargo, el modelo tiene aún aristas por limar. La llegada de Spotify a Brasil implica en la agenda de la compañía contribuir al crecimiento de su base de usuarios y lograr la utopía deseada, que el servicio de streaming de música entre los más populares del mundo pueda finalmente generar ingresos. La suscripción sin publicidad a USD 10 al mes parece comprobar que el modelo pago puede funcionar (y que complementa su versión gratuita) teniendo en cuenta que meses atrás la compañía anunció que había superado los 10 M de suscriptores pagos y 30M que lo consumen gratis. El objetivo, es seguir sumando usuarios gratis y continuar con una tasa de conversión a pago, teniendo en cuenta lo accesible de la propuesta económica versus la calidad del servicio. Pero más usuarios pagos no significan necesariamente revenue, el issue está vinculado con la compra de licencias de música que realiza Spotify.
La clave para entender el problema gira en torno a las licencias. Si Spotify comprara las licencias a tarifa fija, entonces sí cada nuevo suscriptor significaría más ingresos para la compañía. La realidad es que la compañía gasta un número establecido de sus ingresos totales en licencias, de manera que si duplica su base de usuarios, duplica también el dinero que invierte, un desembolso de costos que por el momento parece imposible para lograr generar ingresos, aún si logra suscriptores pagos. De hecho, según un informe realizado por Generator Research ninguno de los servicios de streaming de música que existen pueden aspirar a ser rentables, aún si son ejecutados “a la perfección”.
Con esperanzas, lo que Spotify suele alegar al respecto es que si bien 70% de sus ingresos van a licencias, si logra una masa crítica de usuarios aún mayor, el 30% que le queda sería suficiente para generar un margen de ganancias, la cuestión entonces, gira en torno a que el milagro de la escala de los usuarios pagos termine pagando las cuentas.