La cosa es así: las marcas están en la calle, los consumidores también y ambos conviven, se mezclan, a veces se odian, y crean relaciones firmes y sólidas; entonces, ¿por qué los community managers están en una oficina?
Hace un año exactamente, una compañía de galletas argentina le quitó el escritorio a su encargado de redes sociales y lo puso de patitas en la calle a captar imágenes, publicarlas en las redes oficiales de la marca y a platicar con los usuarios directamente en la zona de acción. ¿El resultado? ¡Un rotundo éxito!
Y es que claro, la acción no está en las oficinas, no en un escritorio desde luego, y el consumidor final, al que deberíamos estar enamorando día tras día, no está compuesto por los colaboradores de la agencia. Es una simple lección del corresponsal de guerra: ‘Moverse es cuestión de vida o muerte’.
La línea clara a seguir después de analizar varias campañas con community managers en la calle, es no tener miedo a convivir con los clientes, a preguntarles si les gusta o no un producto y a hacerlos partícipes de nuestra marca. ¿No es que acaso el fin de las redes sociales es conversar?
¿Cómo hacerlo?
1. No son encuestadores. Los community managers deben buscar el cómo convive el consumidor con su marca, captarlo en acción y que este se sienta feliz por ser tomado en cuenta.
2. Derrochar creatividad en la creación de campañas donde la finalidad sea que la voz del usuario sea escuchada. Es decir, buscar dar eco a lo que dicen de nosotros (nada de miedo, ¿ok?).
3. Invertir en un community manager dinámico, que conozca la acción de la calle, que retroalimente a la marca constantemente. Esta es otra de las grandes claves: para una campaña exitosa, hay que invertir.
4. Es válido que el consumidor comparta sus propias imágenes en nuestras redes sociales, y por supuesto que es una gran idea darles el foro necesario para que se sientan motivados, pero esta no es la campaña, es el resultado de una exitosa.
5. Este punto lo resumiría en una sola palabra: ¡FOTOGRAFÍAS!… Si me hacen favor.
