En la carrera de una startup, una forma de diferenciarse es obtener premios que vayan alimentando la reputación del equipo emprendedor y abran posibilidades de comunicación positiva del producto.
No obstante, también es cierto que en este mundo de estímulos y marketing, algunos concursos pueden resultar un trabajo poco feliz para los emprendedores que motivados por obtener ese galardón, comienzan a realizar actividades que poco tienen que ver con su emprendimiento.
Durante esta semana he sido invitada por varios amigos a votar por sus emprendimientos en el marco de distintos certámenes. ¿ Qué hace un desarrollador de una plataforma de video conferencias invitándonos a votar por él? O por otro lado ¿ Qué gana un desarrollador creando una aplicación para una tableta que pocos usan? ¿ Cuál es el premio de un concurso si a la final la empresa organizadora me está obligando a vender indirectamente su marca?
Las cosas como son. Ser el más popular no implica ser el mejor, y si las marcas buscan votos que «viralicen» su marca pueden ajustarse un poco más al nicho que les corresponde: agencias digitales y aplicaciones social media, y allí todos ganan. En lo demás, ver al creador de un sistema de pago por celular para público rural sufriendo por conseguir más votos, no tiene nada que ver con su mérito como emprendedor y es poco conveniente.
Existe una diferencia muy clara entre un certamen que es un estímulo real para startups y estrategias de marketing para quien planea dicha acción; esto puede llegar a molestarme un poco, pues quien quiera votar, debe además loguearse con su usuario de Facebook, Twitter y demás para poder hacerlo.
Un concurso o certamen debe validarse por la metodología que plantea, por el jurado que compromete y por las oportunidades que brinda de forma real.
Si existe un deseo de difundir la marca o la iniciativa del concurso, debe ser obligación que los votos no estén conectados con la elección. La rigurosidad de los procesos es lo que determina cuán fiable es una elección de «las mejores» dentro de un ecosistema que se supone apunta al mérito y no a la popularidad. ¿ O sí?
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