La libertad de expresión, como hija de la democracia ( occidental) ha encontrado en la tecnología la urgencia del derecho a la información, lo cual a su vez hace a la transparencia, un valor social y práctica exigida a individuos e instituciones en el siglo XXI.
En estos días ha sido publicado un video de la agrupación Anonymous en el que hacen una cuidadosa convocatoria a los hackers que se sientan lo suficientemente seguros y comprometidos como para continuar su investigación y relevamiento de datos entorno a la organización de narcotraficantes denominada Los Zetas, en México.
Algunos han visto la convocatoria con decepción, interpretando que si ellos fueron capaces de obtener datos y publicar información sensible del Pentágono o el FBI, ahora parecerían estar entregados al temor, cuando se trata de publicar datos acerca de la identidad y operaciones de organizaciones criminales.
Pensar así es naive, sino un tanto perverso. Una cosa es publicar información sobre una institución democrática frente a la cual todo ciudadano tiene derecho a reclamar el cumplimiento de la ley y el respeto a sus derechos humanos, y otra es pretender que un grupo de ciudadanos enfrente a organizaciones criminales que tienen corrompidas a instituciones del Estado y comercian muerte.
Si existen hackers que se suman al llamado de Anonymous, todos sabemos que con la convocatoria también se arriesgan a que delincuentes tan buenos hackers como ellos los infiltren, los persigan y los maten, a pesar de las medidas de seguridad que han publicado en Facebook.
Las organizaciones criminales como Los Zetas son grupos que funcionan gracias a extensas y complejas redes sociales transnacionales. Y cuando hablo de redes sociales, no hablo de Facebook, hablamos de miles de personas que hacen posible el delito.
Desde el 2000 hasta septiembre pasado 74 periodistas murieron asesinados en México según datos de la Comisión Nacional de Derechos Humanos de ese país , sin dejar de lado a otros 12 desaparecidos. Según datos de Reporteros sin Fronteras, México es el país más peligroso para ejercer el periodismo, para publicar información, y por consecuencia para ejercer la libertad de expresión.
Desde el 2006 en México han muerto más de 34,612 personas por la violencia extrema, según datos del gobierno mexicano.
Los queremos vivos.
Muy buena reflexión. También es interesante como la SIP y otras organizaciones de «periodistas y prensa» hablan de violaciones a la libertad de expresión siempre en Venezuela, Argenina y Ecuador. Cuando en México y Colombia, se mata cerca de 8 periodistas por año desde el 2000.
Saludos
Gracias Revista Prospecto, por dejarnos tu opinión. Sin duda los periodistas siguen muriendo en la región, víctimas de la violencia armada.