Desde ayer hay una noticia que me persigue, y es la conclusión a la que llegó el Comité de Científicos de Riesgos Sanitarios Nuevos y Emergentes (CCRSERI), quienes investigaron que efectos tenía escuchar audio más de una hora diaria con algún reproductor de sonido.
Además, se puede observar con facilidad como escuchar música o podcast mientras uno camina, hace ejercicio, está en el bus, en el metro o en otros lugares, se ha convertido en una especie de necesidad que va acompañada del adelanto tecnológico y, por ende, de las ofertas que de este tipo de productos salen todos los días.
De ahí que esta investigación sea de gran importancia, pues lo mínimo que debemos hacer es conocer las implicaciones que para nuestra vida tiene una actividad que es de uso cotidiano, y más cuando ésta se ha extendido a los niños, quienes también se suman a esta moda en la que por lo general no se tienen ningún control sobre el nivel de decibeles (db).
Aunque el estudio se realizó en Europa, donde alrededor de 50 y 100 millones de personas utilizan este dispositivo, las conclusiones que se arrojaron se pueden aplicar a cualquier otra población, pues lo único que cambiaría es la ubicación geográfica y no los hábitos que se tienen, una situación que se da por la convergencia entre la globalización y la Web.
Comencemos con el resultado más contundentes que es el riesgo de sordera que pueden producir escuchar durante cinco años una hora diaria a más de 89 decibeles- nivel que casi siempre es mayor debido a que se intenta imponer la música o lo que se está escuchando por encima de los ruidos del ambiente-, concluyendo así que uno de cada diez europeos sufrirá daños irreversibles en el oído, los cuales dentro de unos años sumaran un total de 10 millones de personas con problemas de audición.
«El máximo volumen en algunos reproductores de música personales puede generar hasta unos 120 db, lo que equivale a un avión que despegaba cerca», dicen los investigadores, quienes también aseguran que el ruido excesivo puede dañar varios tipos de células en el oído y llevar a tinnitus temporal o pérdida de la audición (sordera). Así mismo se pueden presentar efectos nocivos cardiovasculares y de la cognición.
Por otro lado, me entero gracias al diario El Mercurio que en Chile : “especialistas del Departamento de Otorrinolaringología de la Universidad Católica hicieron un estudio similar y concluyeron que un tercio de los encuestados (jóvenes de 15 a 26 años) corría riesgos de ese tipo, ya que escuchan sus reproductores de música a un volumen superior a los 85 decibeles, durante un promedio de 10 horas a la semana”.
Es evidente que hay preocupación en los jóvenes, pero generalmente ésta llega después de ver algún efecto, como lo que expresó Mauri Jorge, de 16 años, en el servicio de respuestas de Yahoo!, en donde preguntó: ¿Me pueden doler los oídos por escuchar música fuerte? Argumentando que estuvo escuchando mucha música con su MP4 con los auriculares y que ahora les están doliendo los oídos y la cabeza.
A lo anterior, y siendo escogida como al mejor respuesta, el usuario Catalejo le respondió: “El dolor es la reacción a un efecto. En tú caso el ruido. Pero más allá de este hecho, lo que si sucede es que tu sistema cerebral te está avisando con un detente, para que escuches música a nivel moderado. Las estadísticas de problemas de sordera, el menor de los males, es alarmante en los jóvenes. Hazle caso a los avisos de tu organismo”.
Cabe señar que lo anterior sólo es un pequeño ejemplo de un cibernauta que ya empieza a presentar algunos problemas, pero creo que en algunos años los usuarios de estos dispositivitos que escuchan por encima de 89 decibeles empezaran a sentir las consecuencias, tal vez por ello es mejor prevenir y empezar escuchar audio sin sobrepasar este nivel.
“Escuchar música en 80 db o menos se considera seguro, no importa por cuánto tiempo o cuán a menudo los reproductores de música personales se utilizan. Este nivel de sonido es equivalente aproximadamente a alguien gritar o el ruido del tráfico de la carretera más cercana”, concluye CCRSERI.
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